jueves, diciembre 27, 2007

GUADALQUIVIR


Los próximos días serán, si nadie lo remedia, para que la red descanse.
Prometo no hacer uso de ella.
Bueno, solo un poco y solo si se tercia.
Vamos, lo justito que me permita el móvil.
El próximo año espero volver con más fuerzas.
Tengo ganas de ver, otra vez, la que dicen es la Catedral más grande de España.
Hermosos recuerdos guardo en la memoria.
Para todos, ¡¡ buena salida y entrada de año!!.

martes, diciembre 25, 2007

CUENTO DE NAVIDAD


Tradición obliga.
Como todos los años por estas fechas, cuando faltan unos días para que sea Navidad, suelo montar un pequeño nacimiento de barro sobre la mesa en el salón de mi casa. Son figuras pequeñas, pero están bien moldeadas y policromadas con delicadeza.
En el montaje intento ser lo más realista posible. No falta el grupo de pastores que parecen conversar a la luz de una hoguera, ni los Reyes Magos sobre sus camellos camino del palacio de Herodes.
Incluso tiene un pequeño lago con agua, en cuyo borde está arrodillada una figura de lavandera haciendo su trabajo. Muy cerca la rueda de un viejo molino da vueltas sin cesar gracias a un oculto mecanismo eléctrico.
En el pesebre, la mula y el buey acompañan a José y María.
El Niño aún no está, lo coloco el día 25 al levantarme por la mañana después de dormir. Hasta ese día, siempre dejo vacia la pequeña cuna de paja.
Este año, como es costumbre, hice lo mismo. Mi hermoso nacimiento volvió a lucir en todo su esplendor sobre la mesa. Un año más.
Ayer fue víspera de Navidad. Después de la típica cena hogareña, cercana la medianoche, la familia se despidió para volver a sus respectivas casas.
El exceso de comida, los muchos dulces y licores hacen su efecto adormecedor y la cama pronto se agradece.
Rápidamente caigo en un sueño profundo hasta que unas voces nerviosas y algo subidas de tono, me despiertan.
Ante mi confusión y sobresalto, intento calmarme. Escucho con atención y me doy cuenta que las voces vienen del salón.
Con mucho sigilo me acerco hasta allí, me asomo a la puerta y miro dentro. Veo que unos hombres de aspecto rudo, quizás pastores, están hablando entre ellos en voz alta alrededor de una hoguera.
Al parecer, en un pesebre cercano, una pobre mujer está a punto de dar a luz sin que nadie la ayude.
Sin pensarlo dos veces, me uno al grupo y partimos en dirección al establo con intención de ayudar en lo posible.
Por el camino nos encontramos con una lavandera que volvía del río de lavar su ropa. Le comentamos el problema y se brindó a colaborar en lo que pudiese.
Cuando llegamos al establo, la joven estaba tumbada en el suelo, con cara de sufrimiento y en plenas contracciones. Su marido, muy nervioso, poco hacía para mejorar la situación.
La lavandera, más experimentada, enseguida se hizo cargo y pidió que rápidamente calentásemos agua. Luego dijo que le diésemos los paños blancos que acababa de lavar en el rio. Sin ninguna contemplación, nos obligó a todos a salir afuera con cajas destempladas. Incluso al futuro padre.
Nerviosos esperamos fuera. El tiempo pasaba lentamente. Hacía frío. El cielo estaba estrellado. Notamos que sobre nosotros, una estrella brillaba con más intensidad.
De repente, el agudo llanto de un niño se oyó en el interior del cobertizo. Indecisos nos miramos a la cara, no sabíamos que hacer. Al final, la curiosidad pudo más que la prudencia y todos entramos con rapidez. Una vez dentro, vimos a un hermoso niño descansando en los brazos de su madre, mientras la otra mujer se afanaba en ordenar y limpiar todo a su alrededor.
Tras las felicitaciones a los padres y las carantoñas al Niño. Sonrientes, los pastores y yo, volvimos sobre nuestros pasos.
De nuevo sentí que el sueño hacía mella en mi, y decidí volver a la cama.
Hoy ya es Navidad.
Despierto con la sensación de haber dormido poco y recordando vagamente el sueño tan extraño que tuve.
Después de la ducha, me visto, y voy hasta el salón.
Al llegar allí, me fijo en mi Nacimiento.
Sobre la pequeña cuna de paja se encuentra la hermosa figurita del Niño. María y José le contemplan sonrientes. La lavandera está a su lado, inmóvil, en actitud de cubrirlo con un paño blanco.

lunes, diciembre 24, 2007

UNA MOTA DE POLVO


Una mota de polvo.
Oculta en la oscura esquina del bolsillo de mi chaqueta de lana.
Muy pequeña, casi diminuta. Cercana a otras muchas, semejantes, empáticas.
La extraigo con dificultad y logro colocarla sobre la punta del dedo índice de mi mano. Al trasluz puedo verla algodonosa, blanquecina.
Fijo mi vista en ella. Fuerzo el enfoque. Noto un ligero mareo pasajero.
Tengo la sensación de penetrar en el interior de la pequeña bolita. Siento como crece, como aumenta de tamaño. Cambia la luz y sube el brillo con multitud de explosiones luminosas. Lo que en un principio parecían minúsculos hilos de algodón, al expandirse, se transforman en enormes bandas multidimensionales con infinidad de cuerpos globulares, densos y brillantes.
Un sinfín de objetos de diferentes tamaños y colores. Unos gigantescos, otros más pequeños. Oscuros o luminosos. Fríos o candentes.
Millones de masas flotando en una negrura infinita, moviéndose en veloces remolinos. Agrupados en hermosos racimos refulgentes. Pasan veloces, se acercan y crecen para luego disminuir rápidamente de tamaño al alejarse. Imágenes inéditas y extrañas. Algunas parecen conocidas, incluso habituales.
A lo lejos, una masa vaporosa, elíptica, diáfana y fulgente. Semejante a otras muchas, pero distinta. Infinidad de cuerpos llameantes agrupados en torbellinos de espirales.
En uno de sus brazos un pequeño punto luminoso. Se hace más intenso, más grande.
Pasan cercanos hermosos cuerpos esféricos de distintos tamaños. Unos pocos rodeados de múltiples anillos de roca, hielo y polvo. Algunos azulados, otros rojizos; con multitud de bandas gaseosas, de atmósferas convulsas.
De repente, una hermosa esfera azul resalta en la inmensidad de la negrura. Atrás queda el cercano satélite perlado por cráteres de impacto.
Nubes grises ocultan la verde superficie. Velocidad de vértigo en la caída, el suelo se acerca resuelto e impetuoso. Edificios, calles, coches, gente caminando.
Me veo mirando mi mano que parece señalar al cielo. Mis ojos escrutan una pequeña mota de polvo en la punta de mi dedo.

viernes, diciembre 21, 2007

CIENCIA Y/O RELIGIÓN

Entrada al "Museo de la Creación".

Adán en el Paraíso, con corderito y todo. No se pierdan el pingüino en primer plano, no tiene desperdicio.

Familia feliz. Adán, Caín y Abel. Poco antes de liarse, los dos últimos, la manta a la cabeza.

Medidas exactas, según indica la Biblia, metro más, metro menos.

¿Se fijan en los dinosaurios como suben por la rampa? ¡¡¡ No se ahogaron todos!!!
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Después de la anterior entrada con cierto humor, ahora una más ¿seria?.
Miedo me da la noticia que acabo de leer.
Por los EEUU profundos, en la zona de Kentucky del Norte, se han montado una "cosa" que algunos se atreven a llamar "Museo". Con el añadido "de la Creación" para más señas.
Y se llena, ¡oiga!. Se venden entradas como rosquillas. No es un cuento.
Pongo algunas de las fotos bajadas de internet. Reconozco que el tinglado está bien montado.
Si quiere pasar una tarde en plan cachondeo, no tiene otra cosa mejor que hacer y le sobra el dinero, dicen que se puede ir. Yo no me arriesgaría.
Si alguien se atreve, debería ir con unas bases científicas bien asentadas, mente abierta y gran espíritu crítico.
Lo drámatico es el efecto manipulador que pueden tener este tipo de tonterías pseudocientíficas, que "venden" envueltas en un hermoso papel de celofán, en las mentes de los niños, y no tan niños, que visitan a diario este circo.
Si asumen que la Tierra se creó en 6000 años y que los estratos del cañon del Colorado se formaron por los sedimentos que dejó el agua al retirarse el Diluvio Universal, pueden creerse cualquier cosa que les diga el primer político que aparezca vendiendo motos sin ruedas en cualquier canal de televisión.
Claro que igual de eso se trata.
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Otra cosa sería que yo quisiera meterme en camisa de once varas. No tentaré al Diablo.
Voy a dejar a Dios en paz...
Y a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Que "Eu non creo nas meigas, pero habelas hainas".

jueves, diciembre 20, 2007

SANTA BÁRBARA CUANDO TRUENA

Paseaba un ateo relajadamente por un hermoso bosque admirando el maravilloso “accidente” de lo que algunos llaman “creación”, cuando de repente escuchó el ruido de fuertes pisadas a su espalda.
Con cierto temor miró hacia atrás y notó que un enorme oso le seguía los pasos. Aceleró la marcha intentando alejarse del animal, pero fue en vano.
El oso con mirada fiera cada vez estaba más cerca y sus intenciones no parecían nada amistosas.
El hombre echó a correr, pero el animal fue mucho más veloz y pronto le dio alcance. El pobre tipo cayó al suelo y rápidamente fue inmovilizado por el oso con su fuerte zarpa izquierda mientras levantaba amenazante la derecha con la clara intención de acabar la faena.
En ese momento el ateo lleno de terror exclamó:

-¡Oh, Dios mío, ayúdame!

En ese preciso instante, el Tiempo se detuvo. La zarpa amenazante del oso, el agua del rio, el vuelo de los pájaros, el ruido del viento. Todo el bosque quedó sumergido en el más absoluto silencio. Todo quedó paralizado.
De repente las nubes se abrieron y un rayo de luz atravesó el cielo iluminando al hombre y al oso mientras se oía una profunda voz que decía:

-Tú negaste mi existencia durante muchos años, te atreviste a enseñar a otros que yo no existía y redujiste la "creación" a un mero “accidente cósmico”.
-¿Esperas que ahora te ayude a librarte de esta muerte segura?.
-¿Puedo pensar que tengas fe en mí?.

El ateo miró directamente a la Luz y dijo:

-Sería hipócrita por mi parte que, de pronto, me pases a tratar como un verdadero creyente.
-Mas... Tal vez... ¿Puedes volver al oso creyente?.

Antes de cerrarse las nubes y desaparecer la luz, la voz dijo:

-Muy bien, haré que se cumpla tu voluntad.

En eso momento el rio volvió a serpentear entre las rocas, los pajaros volvieron a revolotear alrededor de los arbustos y se escucharon de nuevo todos los ruidos del bosque.
El oso recogió sus patas y puso sus zarpas en posición orante. Hizo una leve pausa, bajo la cabeza y dijo:

-Señor, bendice este alimento que ahora voy a comer. Amén.

miércoles, diciembre 19, 2007

sábado, diciembre 15, 2007

MI HERMOSA XANA


Era una preciosa tarde al final del verano.
Las hojas de algunos árboles comenzaban a volverse amarillentas anunciando la llegada de una nueva estación. Los rayos de sol atravesaban la espesura del bosque y se filtraban entre las ramas formando pequeños claroscuros en el espeso musgo que cubría las piedras.
Hacia bastante tiempo que había dejado el coche aparcado en un claro cerca del rio, justo donde terminaba el irregular camino.
Llevaba más de dos horas caminando, sin prisa, en dirección contraria al pequeño riachuelo que serpenteaba alegremente entre las rocas. Alguna vez tuve que alejarme de la orilla para sortear el tronco caído de un viejo árbol.
Por un momento, entre los arbustos, pude ver un pequeño corzo que rápidamente desapareció asustado al notar mi presencia.
Los sonidos del bosque fueron aumentando a medida que ascendía siguiendo el curso del arroyo. Podía oír el alegre canto de los pájaros, el susurro de la suave brisa, el zumbido de los pequeños insectos saltando de flor en flor.
Incluso creí percibir el tenue aleteo de las inseguras mariposas intentando sortear las finas y retorcidas ramas de los matorrales.
Sentí que aumentaba la humedad del ambiente mientras una leve niebla se filtraba cubriendo poco a poco toda la espesura.
En una pequeña vaguada, el cauce del riachuelo se remansaba en un pequeño estanque rodeado de frondosos helechos que se reflejan en el agua.
Hacía calor. Estaba sudando tras el esfuerzo de la caminata y me apetecía darme un baño.
El entorno invitaba a ello. Me quité la ropa dejándola sobre una seca y desnuda roca. Poco a poco me metí en el agua y dejé que fuese cubriendo todo mi cuerpo. Enseguida me acostumbré a su tibieza. Estuve bastante tiempo dentro del agua hasta que la temperatura hizo mella en mi organismo.
Salí del agua y me tumbé sobre el suave musgo mientras agradecía el calor de los rayos del sol sobre mi piel. Cerré los ojos y me dejé llevar por los murmullos del bosque.
Al poco tiempo, creí percibir un fascinante sonido distinto a los demás. Era el sugerente y seductivo canto de una voz humana.
Rápidamente intenté buscar con la vista de donde venía tan hermosa melodía.
En un recodo del riachuelo, debajo de un enorme tronco que protegía la pequeña entrada a una oscura cueva, estaba sentada una atractiva muchacha. Sus largos cabellos rubios cubrían, en parte, su hermoso cuerpo desnudo.
Me miró con aparente timidez, y en el fondo de sus ojos verdes percibí una mirada dulce y afectuosa. Quedé inmóvil mirando embelesado su figura, mientras se acercaba con movimientos armoniosos.
Se puso de rodillas a mi lado. Deslizó su delicada mano por mi mejilla y un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo.
Pronto olvidé mi timidez colaborando con sus caricias. Nuestras miradas se unieron en un abrazo que me pareció eterno, mientras su cuerpo se fundía con el mío. Besos, caricias, suspiros contenidos.
Gotas de sudor se deslizaban brillantes por nuestras espaldas contraídas. Fue una sinfonía de movimientos rítmicos, excitados, palpitantes.
Convulso fluir de fluidos. Un universo infinito tras la fusión de dos cuerpos, de dos espíritus en uno.
Al poco una caricia comedida, un delicado beso de unos labios que se unen. Abrazados, relajados sobre la mullida capa vegetal que nos protege.
Solo el tenue manto de la niebla ocultaba nuestros cuerpos. Pronto mi mente relajada se dejó llevar por un sopor que semejaba la inconsciencia.
Los últimos rayos del sol se ocultaron y el relente del atardecer hizo que volviese a la realidad desde mi sueño.
Miré alrededor, me rodeaba el mismo paisaje conocido. Pero la luz era distinta. Los cálidos colores habían desaparecido y fueron sustituidos por un sinfín de grises y azules difuminados.
De la hermosa muchacha nada quedaba.
Con tristeza en el alma y frío en la piel, me dispuse a vestirme.
Miré hacia el agua remansada y en uno de sus reflejos creí ver la mirada pícara y sonriente de una hermosa joven de cabellos dorados.


miércoles, diciembre 12, 2007

LAS LLAVES

Estoy casi seguro.
Las había dejado sobre la dichosa mesa de la cocina. Fue el típico olvido. Me di cuenta a tiempo y volví a buscarlas antes de salir.
No es la primera vez que olvido las llaves dentro de casa. Como solución en estos casos, más frecuentes de lo deseado, tengo un par de copias repartidas por la familia.
Pero no es nada agradable tener que molestar. Y menos tener que observar la sonrisa entre irónica y divertida que ves en el familiar cuando te entregan la copia.
Incluso a veces se atreve a decir que no se me olvide devolverlas.
Bueno, como iba diciendo, estaba seguro que las había olvidado sobre la mesa. Al volver a por ellas, me di cuenta de que no estaban donde teóricamente las había dejado. Busqué dentro de mis bolsillos. En los de la chaqueta, pantalón y camisa.
Luego miré bien por toda la cocina sin lograr encontrarlas. Alrededor de la mesa, bajo ella, en las sillas.
Abrí el horno. ¿Cómo pude pensar que las hubiera metido dentro del horno?.
Incluso miré dentro de la lavadora y de la nevera. Nada.
Cuanto más buscaba, más seguro estaba de que era sobre la mesa donde las había puesto. Pero sobre el granito gris de la mesa solo había unas pequeñas migajas de pan en una esquina. Mínimos restos del anterior desayuno.
Decidí buscar por el resto de la casa. Revolví cajones, armarios. Entré en los baños. Pensé en todo lo que había hecho anteriormente, desde que me levanté hasta esos momentos. Volví sobre mis pasos intentando adivinar que movimientos inconscientes había realizado.
Mi ansiedad fue aumentando por momentos. Las llaves habían desaparecido y no lograba dar con ellas. En la búsqueda, encontré multitud de cosas que ya no recordaba que tenía guardadas. Pero las dichosas llaves seguían sin aparecer.
Sabía que en cuanto dejase de buscar aparecerían en el lugar más inesperado.
Cansado y nervioso, volví de nuevo a la cocina. Al entrar en ella miré con cierto desdén de nuevo hacia la mesa.
Y allí estaban. Las malditas llaves. Sobre el granito gris. Justo en el centro de la mesa.
Al momento supe que siempre habían estado allí. Esperándome.

SINFONIA DEL NEGRO










domingo, diciembre 09, 2007

MARY CHRISTMAS

Llega la Navidad.
Todo y todos parecen empeñados en demostrar que así es. Los adornos con luces ecológicas alumbran las calles. Mientras paseo me fijo en ellos.
Tengo la impresión que cada vez son menos las calles iluminadas con los colgantes luminosos y la potencia de sus luces es menos intensa que en años anteriores.
Supongo que la economía no está para demasiados excesos. Ocultar la oscuridad de las largas noches invernales cada vez nos cuesta más caro.
A la vista está. En todos los sentidos. Sobre todo a la vista.
A los escaparates les pasa lo mismo. Lo mismo que a los bolsillos.
Tienen menos luz y mucho más frio que en la calle. Ya sabemos que el tiempo está un poco loco por estas latitudes y se empeña en hacer lo contrario de lo esperado.
Miro los escaparates mientras tarareo inconscientemente la “Promenade” de “Cuadros de una exposición” del gran Mússorgsky. Cuestión de gustos.
Me fijo y veo que casi no hay ningún "Nacimiento", lo que también se llama un “Misterio”. La idealización de una familia.
Ahora casi todas son representaciones del viejo Papá Noel, algunos gnomos, chispeantes mariposas, estrellas relucientes de purpurina y multitud de espumillones brillantes cubriendo tejos, pinos y abetos de distintos tamaños y colores.
Queremos borrar los mitos de una vieja y desgastada religión, y con ellos la cultura a la que están unidos, sustituyéndolos por otros más antiguos, pero no por ello menos discutibles.
Solo cambiamos un artificio por otro.
Si parece que unos pierden su valor, se sustituyen por otros.
Lo único importante es continuar formando parte del engranaje, de la maquinaria. Seguir siendo otra de las muchas y pequeñas piezas dentadas que hacen que la gran máquina siga funcionando. Bien engrasada por el siempre presente y poderoso dinero. Sin opción a huir salvo que sea hacia adelante.

jueves, diciembre 06, 2007

LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

Rara vez me ocurre.
Casi nunca suelo recordar los sueños.
Estoy seguro que los tengo casi todas las noches pues algunas veces logro recordar pequeños fragmentos, mínimas partes de un todo. Pero esto solo pasa cuando me despierto a los pocos instantes de haber soñando.
Esta madrugada me ocurrió.
De repente desperté con una desagradable sensación de angustia.
Tuve la impresión de seguir durmiendo, pero pronto me di cuenta de que no era así. Con los ojos medio cerrados, miré el reloj para ver la hora que era. Creo que eran las cuatro.
Luego miré al techo de la habitación. Pero no estaba donde se suponía que debía de estar. Sentí cierto temor. Era muy extraño. El techo había desaparecido. En su lugar veía un negro y profundo abismo. Y yo flotaba en él sin que nada ni nadie me sujetase.
Giré el cuello mirando hacia los lados. Solo vi una enorme y agobiante oscuridad.
Entre tanto vacío, y muy lejanas, pude percibir unas diminutas luces distribuidas al azar.
Todo el entorno acabó siendo familiar. Me recordaba las películas en las que aparecía el oscuro espacio sembrado de estrellas.
Acabé aceptando, en mi absurda lógica, que estaba en medio del vacío espacial.
Sin ninguna gravedad. Flotando. Silencioso.
Necesité cerrar los ojos durante unos segundos para que desapareciese la desagradable náusea que me vino a la boca.
Era semejante a hacer submarinismo, pero sin agua.
Miré en dirección a mis pies en un vano esfuerzo de encontrar el suelo. Lo único que logré fue que aumentase el mareo.
Volví de nuevo a cerrar los ojos. Al abrirlos, note la existencia de un objeto circular flotando en el espacio que aumentaba de tamaño por momentos. Tenía un difuso color cobrizo, ocre, y su superficie estaba llena de multitud de cráteres de distintos tamaños. Enormes grietas y desfiladeros serpenteaban en las planicies semejando cuencas de viejos y desaparecidos rios.
Me resultó conocido. Su aspecto era idéntico a las imágenes que tengo en la memoria de las fotos enviadas por las últimas sondas que giran alrededor del planeta Marte.
Pero lo que estaba viendo parecía mucho más nítido. Más real.
Sin proponerlo, ante mi asombro, el hipotético planeta continuó aumentando de tamaño. Pronto la curvatura del rojizo horizonte se fue aplanando y noté el frio de su atmósfera rozar mi cara. Con rapidez el suelo se fue acercando a mis pies. Quise gritar, pero el pánico agarrotó mis cuerdas bucales. Logré articular un agónico sonido gutural.
Luego solo oí mi silencio oculto por el sonido del viento.
Fue increíble, pero pronto noté que mis pies se posaban con suavidad en el árido y polvoriento suelo.
Poco a poco me fui calmando.
Observé que multitud de piedras grisáceas, de diferentes tamaños, estaban esparcidas por toda la superficie que me rodeaba.
Levanté mis ojos y vi que el Sol, de un tamaño mucho más pequeño al esperado, iluminaba el cielo de un color amarillo pálido.
La curiosidad superó mi temor ante lo desconocido.
En un arranque de audacia me agaché y con la mano agarré un puñado de aquella sustancia que parecía arena y que cubría todo el suelo. Al instante noté que aquella sustancia se movía. Parecía estar viva. E intentaba escurrirse entre mis dedos. Quise impedirlo apretando con más fuerza mis dedos, cerrando con más intensidad la mano.
En ese momento sentí un dolor agudo en todo el brazo. Fue una punzada que llegó hasta lo más profundo de mi cerebro como una severa advertencia. Un dolor tan intenso que hizo que despertase bruscamente.
De repente me di cuenta. Aún estaba acostado. En mi habitación. Las paredes y el techo seguían en su sitio.
Respiré hondo. Todo había sido un desagradable sueño. Casi una pesadilla.
Con lentitud me senté en el borde de la cama y abrí la mano derecha que mantenía aún fuertemente cerrada.
Al hacerlo, vi una pequeña cantidad de polvo rojizo que se escurría entre los dedos de mi mano.

sábado, diciembre 01, 2007

SI... SERÁS UN HOMBRE


Ahora que hasta en los anuncios se empeñan en transformar y acaparar preciosos textos de grandes escritores, aquí va el poema del gran escritor inglés victoriano y premio Nobel de literatura, Rudyard Kipling.
Por cierto... masón. Él.
Ala! a disfrutarlo.

If...
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you
But make allowance for their doubting too,
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise:
If you can dream--and not make dreams your master,
If you can think--and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools:
If you can make one heap of all your winnings
And risk it all on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings--nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much,
If you can fill the unforgiving minute
ith sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And--which is more--you'll be a Man, my son!

Que en traducción "libre" dice algo así:

Si...

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno,
ni hablar con demasiada sabiduría...
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el Triunfo y el Fracaso
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas destrozadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios
y a tus músculos a servirte en tu camino
mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice "¡Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un Hombre, hijo mío.