Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Quien usó su dardo en la palabra, supo llevar más allá de la muerte a su amor enamorado.
Aquel que fue satírico, corrosivo y burlón, tuvo que amar con amor no mensurable.
Pues solo aquel que amó en plenitud, pudo escribir uno de los más bellos sonetos de amor jamás escrito.
En catorce versos, navega por la mitología de la siniestra Estigia.
Los recuerdos vividos en la otra orilla son obligados al olvido, pero desafia esta ley del destino y hace pervivir el intenso fuego de su amor eterno.
D. Francisco jugó con los últimos seis versos para dar más énfasis a su sentido. Una vez ordenados en lógica se entiende su profundo significado:
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
su cuerpo dejará no su cuidado;
venas que humor a tanto fuego han dado,
venas que humor a tanto fuego han dado,
serán ceniza, mas tendrá sentido;
medulas que han gloriosamente ardido:
medulas que han gloriosamente ardido:
polvo serán, mas polvo enamorado.
Su cuerpo será polvo, cenizas, con un solo recuerdo.
El que da sentido a toda su vida.
El recuerdo de su amor eterno.
Polvo enamorado.
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