viernes, febrero 09, 2007

DÍAS DE VINO Y ROSAS

Hay días que uno no está para nada.
Algo huele a alcohol en Dinamarca. Bueno. Y en otros muchos sitios.
Salgo, como casi todos los días a comprar el pan. Mucha gente vive del pan o de comer pan.
Yo soy uno de ellos, aún como pan, aunque cada vez menos.
Con tanta prohibición, ya ni eso le dejan comer a uno.
Supongo que en cualquier momento van a decir que es pernicioso para la salud.
Entre otras cosas, porque el pan engorda.
Acabaran retirando ese alimento del apartado beneficioso y dejará de ser aceptado como saludable.
Me asombra el empeño que ponen, desde las alturas, en decirnos aquello que podemos o no podemos hacer. Siempre obsesionados con darnos consejos.
No me niego a escucharlos. Pero, muchas veces, rehúso seguirlos. Sé equivocarme solo.
De ahí a la total prohibición solo hay un paso. Corto paso.
Debemos ir pensando en modificar muchos refranes. Algunos considerados como clásicos.
Como ese que dice: “con pan y vino se anda el camino”.
En poco tiempo le van a dar la puntilla a ese rojizo líquido llamado vino. ¡ Pobre desgraciado!.
Tiene la mala suerte de llevar en su composición un componente tan nefasto para la salud como el alcohol. Y eso acaba dejando huella.
Crea dependencia. Es nefasto para el hígado, el riñon, el cerebro y un montón de órganos más. Modifica la conciencia y el raciocinio. Pero sobre todo genera gasto sanitario.
Suficientes razones para que sea considerado como una droga.
Como en muchas otras cosas, la diferencia entre veneno y medicina, droga y estimulante o hartazgo y ayuno es cuestión de cantidad.
La inteligencia está en encontrar y no sobrepasar el punto medio que delimita la parte beneficiosa de la que no lo es.
Conocer donde se encuentra la frontera entre lo positivo y lo negativo es cuestión de educación.
La inteligencia se presupone. La educación, no.

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