miércoles, julio 12, 2006

NADA ES VERDAD NI ES MENTIRA...


Cuentan las crónicas que vino al mundo en la Rumania del año 1428 de nuestro Señor, en el castillo de Bran, mansión familiar situada en Transilvania. Fue uno de los tres hijos legítimos de Vald, Principe de Velaquia, apodado "Dracul" (El Diablo) por sus súbditos. Su padre le concedió su mismo nombre y a fe que cumplió sobradamente con tal honor.
Tras la trágica muerte de su padre a manos de Iancu de Hunedoara en 1477, accedió al trono con la ayuda de los turcos (supo convencerles de su "incondicional" amistad). Duró poco su estancia en el trono. En aquellos tiempos el territorio rumano era una fruta madura para caer en manos de cualquier advenedizo con aires de grandeza.
El Principado a orillas del Danubio estaba amenazado por los alemanes, los húngaros, pero sobre todo por los turcos. Las luchas internas entre los nobles no hacían más que agravar el problema. Vald era un hombre con suerte, y todos sabemos que la diosa Fortuna se deja querer por los valientes.
Logró subir de nuevo al trono con la anuencia de los alemanes y la ayuda de sus súbditos, a cambio de garantizarles la protección contra las acometidas de los turcos. Su excesiva independencia a la hora de tratar con sus protectores hizo que estos se arrepintiesen de la ayuda prestada y que comenzasen a ver con buenos ojos ciertas intrigas palaciegas.
El príncipe no se anduvo con remilgos a la hora de sofocar deslealtades y traiciones. Al más peligroso de sus adversarios, Dan Voeivod, le hizo cavar su tumba y asistir a sus funerales antes de hacer que lo decapitasen. Al resto de los rebeldes los empaló o quemó vivos para escarmiento.
Empieza de esta forma a forjarse la reputación de crueldad que acompaña a esta personalidad histórica y que llega hasta nuestros días.
Una vez que se quitó de en medio a los que osaron oponerse a sus deseos, decidió que ya estaba bien de pagar tributos a los turcos. Cruzó el Danubio y se dedicó a empalar a todo turco que se interpusiese en su camino. El sultán otomano Mahomet II envía un gran ejercito para acabar con tal osadía. Vano intento.
Lo que no logra por las armas lo hace mediante las intrigas. Con la ayuda de los príncipes boyardos, el sultán logra que Vald sea depuesto y encarcelado, poniendo a su hermano Randu en el trono del principado. Este débil príncipe será durante años un auténtico títere en manos del sultán.
Pero Vald no se da por vencido. Huye de la cárcel y vuelve con un golpe de audacia y suerte a ocupar de nuevo el trono de Velaquia. Será por poco tiempo. En una escaramuza no esperada, los turcos le capturan con un pequeño grupo de sus más fieles guerreros, y esta vez no se andan con remilgos. Le cortan la cabeza a la edad de 48 años. Tras clavarla en una pica la exhiben a la vista de todos, a mayor honra del pavor que provocaba, en Estambul, la gran capital del imperio turco.
Los rumanos nunca perdonarán esta ofensa y encumbrarán como símbolo y héroe nacional a este personaje oscuro y complejo, pero que supo defender la libertad y el catolicismo de su pueblo contra los ataques e invasiones de húngaros y turcos.
Su increible vida y las crueles historias que cuentan del personaje, hicieron nacer la leyenda y el mito.
Lo escrito por Bram Stoker es otra historia.


No hay comentarios: