martes, julio 11, 2006

UN VIAJE MUY RELAJADO


Ayer volví de un viaje relajado y placentero.
No hay nada como viajar por otros paises para darse cuenta de lo estúpidos que podemos llegar a ser los humanos. Necios y fatuos. Nos creemos el ombligo del mundo, el centro del universo.
Pensamos que somos superiores, e intentamos demostrarlo siempre, incluso cuando no tenemos razones lógicas para hacerlo. Nos creemos distintos, y por tanto más inteligentes.
La conclusión es diáfana: el resto de los mortales que nos rodean son más tontos.
Pero solo tenemos que salir fuera de nuestro entorno monótono, vulgar y pueblerino para ver que los "otros" se comportan de forma idéntica. Con los mismos errores y arbitrariedades.
¿O somos nosotros los que nos comportamos de la misma forma que ellos?.
Bueno... Es igual, pues el resultado es el mismo: no hay diferencias.
Las que pudieran aparecer como tales, solo son reflejo de nuestro constreñido y sesgado juicio. Nos vemos en el espejo de los demás, y lo que vemos no nos gusta. Pone en evidencia nuestras sombras, limitaciones y miserias. El resultado final es la prepotencia como mecanismo defensivo de nuestro subconsciente.
Pues eso. Que ayer volví de un viaje relajado y placentero.
En un pequeño café de una hermosa ciudad a las orillas del segundo río más largo de Europa, intenté pedir una simple y sencilla botella de agua mineral "sin gas" al camarero. La posibilidad de comunicación verbal fue imposible, los idiomas conocidos por ambos no nos permitían entendernos. El resultado fue que terminé bebiendo agua mineral "con gas". Yo claramente disgustado y el camarero contrariado por mi irritación, sin saber muy bien cual era la causa de mi enfado.
Supongo que pensó lo estúpido que era ese turista que no sabía lo que quería, ni como pedirlo.
Reconozco que en aquellos momentos yo pensé cosas muy parecidas del camarero.
Y es que el espejo que teníamos enfrente era grande, muy grande.

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