martes, septiembre 05, 2006

BUROCRACIA


















Hoy tuve que hacer una gestión burocrática.
Solo era una simple y escueta pregunta.
Supuse que sería cosa de un cuarto de hora.
Fui pronto para no tener que esperar demasiado.
Busque una cola para ponerme detrás del último.
Solo vi varias personas distribuidas al azar por el local.
Cerca de la entrada y a la derecha había una pequeña mesa.
Sentado detrás de ella estaba un guardia de seguridad.
¿O era el distribuidor de despistados?.
Me miró de arriba abajo displicente.
Mientras me preguntaba, con cara seria, a donde iba.
Con cierto titubeo le dije lo que quería saber.
Me dijo que no había colas.
Señaló una máquina para sacar número.
Debía de apretar la tecla “B”.
Lógicamente para la ventanilla "B".
Lo hice y me salió un pequeño trozo de papel.
Tenía escrito el número 123-B.
Pensé que eso era imposible.
Si abrían a las 9.30 de la mañana (España madruga)...
Y eran las 10 de la misma mañana...
¿Cómo podían ir por el número 123?.¡!.
Le pregunté de nuevo.
Me contestó con una leve sonrisa.
Y es que la maquinita empieza con el número 100.
¿Inocentemente programada?. ¿Cuestión de imagen?.
Mejor no pienso. Somos menos a esperar.
En ese momento suena un zumbido y en la pantalla sale un número.
El 103-B.
Solo hay veinte personas antes que yo, esperando.
Desde una esquina, una señora sale disparada hacia la ventanilla.
Saluda a la joven que está detrás del cristal.
Se ríen. Al parecer se conocen.
Pregunta por la familia. Contesta que están todos bien.
La niña ya tiene cuatro años. ¡Cómo pasa el tiempo!.
Si parece que fue ayer cuando te casaste.
¿Se casó tu hermano?. Umm... Parece que no.
Pedro acabó, por fin, la carrera. Umm... Pues si.
Al parecer tienen que quedar para tomar un café un día de estos.
Y poder seguir hablando.
Que ahora no tienen tiempo.
La señora tiene mucha prisa.
Creen tener los números de los teléfonos mutuos.
Por si acaso no fuese así, toman nota.
Todos tomamos nota mentalmente.
Para llamar después y decirles lo que pensamos.
Bueno y... ¿qué problema tienes?
¡Por fin!.
La susodicha señora lleva una carpeta de cartón azul.
Siempre son azules, de cartón y con elásticos blancos.
La abre y saca un montón de papeles.
Algunos miran, nerviosos, el reloj.
Otros comenzamos a mirar el techo.
Hay una mancha en una esquina por una antigua gotera.
Después de pasar un tiempo indeterminado.
Vuelvo a la realidad.
Me quedan diez números por delante.
La joven atiende a un señor mayor.
De repente veo que está dando golpes al ratón del ordenador.
Parece que no se mueve el puntero en la pantalla.
¡Por Dios, que no se haya bloqueado!.
Sigue golpeando al ratón contra el mostrador.
Machacadito está el pobre.
Le da la vuelta, tira del cable, aprieta todos los botones.
Luego lo menea como si fuese un sonajero.
Nada. El puntero sigue inmóvil.
Por fin se da por vencida.
Se levanta sin decir nada al señor que tiene enfrente.
Comenta el problema con el chico de la ventanilla "C".
Prueba del "doble ciego".
Dos ventanillas "bloqueadas".
Dos personas "vapuleando" al ratón.
Pues si, ya tienen claro que se bloqueó.
Deciden que hay que reiniciar el ordenador.
La pantalla pasa del negro al azul y de nuevo al negro.
El que sigue pasando es el Tiempo.
¿Que hora marcaba el reloj?.
Solo las once y media.
Vuelve a estar operativa la pantalla.
Yo vuelvo a evadirme mirando la gente que entra y la poca que sale.
Quedan tres personas por delante.
Una no aparece. ¿Suicidio?.
La joven se mueve inquieta en el asiento.
Decide levantarse, agarra el bolso que tiene debajo del mostrador.
Sale por una puerta situada detrás de su asiento.
¿Necesitará quemar algo que no sea a los que esperamos?.
Ya estamos bastante quemados.
¿Precisará evacuar aguas menores o no tan menores?.
¿Es la hipoglucemia de las doce?.
¿Déficit en los niveles de cafeína?.
La duda nos corroe a todos.
Vuelve después de pasados cinco minutos.
Seguimos con la duda.
¡Ya!. ¡Por fin!. Me toca a mi.
Me acerco al cristal de la ventanilla.
La joven me mira y levanta una ceja.
Digo buenos días y le enseño un papel enviado por ellos.
Realizo la pregunta sobre la duda que tengo.
Me doy cuenta que no sabe la respuesta.
Me comunica que la contestación me la darán en la ventanilla "A".
Con flema norteña doy las gracias.
Y media vuelta en dirección a la salida.
Doce y media.
Decido volver otro día.
¿O mejor no vuelvo?.

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