viernes, septiembre 29, 2006

EL HUEVO DE LA SERPIENTE

Es una buena película pero no es de las mejores de Ingmar Bergman.
El director nos plantea una visión aterradoramente pesimista de la soledad y, quizás como algo secundario a esta idea global de desamparo, se aprecia una alegoría del nacimiento del nazismo en la Alemania de los años 20.
Nos remarca el nacimiento de toda ideología autoritaria, ya sea política o religiosa. Con un comienzo lento, que va impregnando las mentes sutilmente al principio, para luego continuar creciendo con más intensidad y violencia.
Al final, o estás conmigo o contra mi.
Pone de manifiesto el gran poder que tiene la propaganda como factor modificador de las conductas. Cualquier cosa vale para cambiar la forma de pensar del pueblo. Un mitin, un acto cultural, un acto religioso.
"Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".
Mediante la propaganda se proyecta y crea un enemigo, ya sea real o imaginario. Y esta imagen contiene todos los males que aquejan a la sociedad.
Un adversario que corrompe a la sociedad desde dentro y desde fuera. Es la imagen que necesita todo sistema totalitario para la manipulación de las masas.
Enfoca el odio sobre una idea repetida machaconamente para así distraer a la opinión pública de los verdaderos problemas y, sobre todo, de los verdaderos culpables.
Un pueblo oprimido, lleno de miseria y desolación, con unos dirigentes manipuladores y despóticos es el caldo de cultivo para el comienzo de una ideología dictatorial.
El problema se agrava si existe el apoyo de una clase teocrática escluyente, que se autocomplace en el odio a todo aquello que no está de acuerdo con sus ideas religiosas.
Al final de la película el médico pone de manifiesto el gran error que comete la Historia al juzgar el nacimiento y desarrollo de toda idea opresora y la forma que tiene de reaccionar ante ella.
Observa impávida su comienzo y desarrollo, ve que es obvia y evidente, pero no hace nada para evitarlo, antes al contrario, disculpa y justifica los ataques a las ideas democráticas mediante una autocensura global.
Una censura generalizada, complaciente, temerosa y cobarde, que ataca directamente a la base de la civilización y a sus principales principios. Asumida por todos aquellos que prefieren no moverse con tal de aparecer en la foto.
Se comienza censurando a Mozart por un posible concepto crítico que pueda presentar la puesta en escena de una obra suya frente a ciertas religiones y se acaba renegando de la libertad como valor supremo de nuestra Civilización.
A través de la frágil cáscara del huevo, se aprecia la silueta convulsa y maligna de una pequeña serpiente que crece demasiado rápido y que acabará devorando los principios e ideales de una pusilánime Cultura nacida hace 2500 años en la más famosa ciudad-estado de la antigua Grecia.

No hay comentarios: