jueves, noviembre 15, 2007

COMUNICACIÓN


A veces es difícil comunicar tus sentimientos.
Sobre todo los más íntimos.
Si tienes la suerte de estar frente a frente, al similar o al contrario, puedes captar sus distintas expresiones, su cara de asombro, los miedos o temores en sus gestos, en sus posturas, movimientos y actitudes.
Su cercanía te permite una sonrisa o una excusa ante una mueca resentida o contrariada por un comentario poco pensado o mal expresado.
A pesar de ello, a veces no logras esa comunicación imprescindible.
Falta la empatía precisa que te engancha al otro, se rompe los pocos lazos que pudieron forjarse con el tiempo y la relación queda rota o muy deteriorada.
Volver a construir nuevos lazos de unión y armonía se hace muy difícil. Incluso imposible.
Más difícil es poder transmitir esos sentimientos cuando te separa una distancia, cuando no existe la visualización del otro en una conversación. En estos casos, es imprescindible medir mucho las palabras. Falta la cohesión aportada por la comunicación no verbal que existe cuando está presente la otra persona en la conversación.
Muchas veces es menos importante lo que se dice que como se dice. En las conversaciones no presenciales, al no ver a nuestro interlocutor, las palabras adquieren una gran importancia. Ciertas expresiones y el uso de determinadas palabras y no otras, incluso el poner o no una coma en una frase, puede originar significados distintos o, peor aún, dar lugar a malos entendidos. En estos casos se acaba utilizando mecanismos defensivos para intentar impedir una respuesta no esperada.
El más usado es el silencio.
Poco a poco uno se va cubriendo de capas protectoras de silencio, surge la personalidad de la cebolla. Capa a capa se produce un aislamiento difícil de romper.
Al final, la relación y la comunicación se hacen imposibles.
Ahora que las comunicaciones no presenciales, gracias a la tecnología, son cada vez más frecuentes y numerosas, aparece el paradójico aumento del aislamiento, de la soledad y de la incomunicación.
Surgen como un intento de defenderse ante la sensación de una supuesta intromisión o incluso agresión contra lo más profundo y querido de tu personalidad e íntimos sentimientos.
No tiene ninguna importancia que estas agresiones sean verdaderas o ficticias.
El resultado final es que cuanto más comunicada parece estar una persona, más sola se siente.

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