sábado, noviembre 24, 2007

NO ERES, SOY


“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero” (Píndaro).

De soledad en soledad, de poco tiempo en poco tiempo.
Alguno dijo que no podías estar acompañado. O no sabías.
Preferías estar distante. Solitario, que no solo. Agua y aceite, aceite y agua.
Amigo de muy pocos amigos. Quizás por no saber hacerlos o mantenerlos.
Cuando miras alrededor encuentras pocos. Cercanos, menos.
Paseas por los recovecos de tu mente entre árboles centenarios de ramas negras, retorcidas por fuertes vientos y muchos años.
Recuerdas pequeños momentos perdidos, desperdiciados o negados. Alejado de todos y de todo, aislado.
Asombra tu empeño absurdo por seguir viviendo, consciente de lo inútil de tu vida.
Empujas como Sísifo, cuesta arriba, la pesada piedra de tus circunstancias sabiendo en tu ceguera que jamás llegarás a consumar la dicha en tu alma atormentada.
Eres alegoría de una humilde cebolla. Sonriente en superficie. Brillante a veces, casi siempre de bronce amortiguado. Con multitud de capas. Lloroso para quien se atreva a retirarlas. Las primeras correosas, incluso duras. A mayor profundidad, más dóciles y blandas.
Crees que luchas por mantener tu independencia, cuando, en realidad, solo renuncias a ella.
Agarras un imposible en espera de ser correspondido. Mal agradecido y peor pagado.
Te evades de nuevos compromisos, escarmentado por previos desengaños.
Regalaste el fuego de tu juventud, hace tiempo perdida, para terminar atado a una vana y arrogante esperanza, cual Prometeo encadenado.

No hay comentarios: