miércoles, enero 24, 2007

CUESTIÓN DE LÓGICA


Por fin llegó el invierno en toda su crudeza, haciendo realidad ese refrán popular que dice: "al invierno no se lo come el lobo".
A pesar de los cambios climáticos, o quizás por ellos.
Ahora que ya tenemos la lluvia, la nieve y el frío con nosotros, recuerdo que hace solo unos pocos días tuve la ocasión de contemplar el negro cielo nocturno totalmente despejado, donde una multitud increíble de estrellas relucían con distinta intensidad.
Por suerte estaba en una zona donde la contaminación lumínica era despreciable y los astros brillaban en todo su esplendor. Incluso la “Vía Láctea” se dejaba ver con gran nitidez.
La temperatura era relativamente agradable y me entretuve buscando las distintas constelaciones, las estrellas más conocidas y alguno de los planetas.
Encontré rápidamente la “Osa Mayor” y la “Menor” con sus siete estrellas, entre ellas la famosa "estrella polar".
Más cerca del horizonte estaba “Casiopea” y cerca de esta relucían las estrellas de “Perseo”. Incluso pude ver el planeta “Saturno” como un diminuto punto luminoso entre “Leo” y “Cáncer”.
Allí estaba “Orión” (la siempre magnífica constelación de Orión compitiendo con la oculta "Escorpión") una de las constelaciones por la que siento una gran curiosidad, posiblemente por la gran luminosidad de sus estrellas (siempre me atrajo el espléndido “cinturón de Orión”).
Mientras miras hacia arriba, no puedes dejar de pensar en la inmensidad que implica el cielo cuajado de puntitos luminosos, tan diminutos por la distancia, pero a la vez tan enormes.
La mayoría estrellas que forman parte de nuestra galaxia, otros son galaxias formadas por millones de soles unidos por la distancia.
Solo de pensar en ello tienes la sensación desagradable de la propia insignificancia.
La absoluta "nada" entre tanto espacio-tiempo ilimitado y eterno.
El vértigo va invadiendo lentamente tus razonamientos, dejas de usar tu pobre lógica y la idea de un posible Dios todopoderoso se abre camino a empujones en tu mente.
Vana ilusión producto de tu propia limitación y de la cultura heredada.

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