sábado, enero 27, 2007

ESCLAVITUD


Hace años leí un pequeño relato de ciencia-ficción.
Tiene que perdonarme su autor pero no recuerdo su nombre ni el título.
Intentaré resumirlo en pocas palabras.

Un pequeño grupo de humanos fue capturado de repente por un potente haz de luz que surgió de una nave alienígena.
Una vez en el interior de la nave fueron recluidos en un compartimiento delimitado del cual no podían salir.
Después de pasar un tiempo, observaron que numerosos y distintos seres pertenecientes a extrañas especies estaban recluidos en otras estancias semejantes.
Los humanos hicieron todo lo posible por comunicarse con sus posibles captores. Vano intento.
Cuando ya habían desistido de poder lograr algún tipo de comunicación, uno de los humanos observó que había un pequeño ratón corriendo entre las hojas del suelo.
Con afán depredador innato, tuvo la ocurrencia de fabricar una pequeña trampa para cazarlo.
Después de varios intentos fallidos, logra darle caza.
Para guardar y conservar la captura, fabricó, entrelazando hierbas y finas ramas, una pequeña jaula donde introdujo el ratón al que alimentó con parte de su propia comida.
Al poco tiempo, en la estancia donde estaban recluidos los humanos, se escucha una voz que pide disculpas por haberles confundido con una especie no inteligente.
Reconoce el error y les indica que inmediatamente serán devueltos a su planeta de origen.

Somos una especie animal depredadora, y en nuestro afán por conquistar nuevos nichos ecológicos, no cesamos en arrasar todo animal viviente que se ponga en nuestro camino. Consideramos que el resto de las especies son diferentes si tenemos en cuenta los engañosos parámetros de moralidad, racionalidad o humanidad. Todo un conjunto de cualidades subjetivas apropiadas con el fin de crear una falsa separación entre nuestra especie y el resto. En esa diferencia asumimos su debilidad y por ello su subordinación a nuestros intereses. Quedan fuera de nuestra esfera moral, de nuestro concepto de ser formados a imagen y semejanza de un dios auto-construido para ocultar nuestras limitaciones.
Casi nadie se atreve a negar las capacidades afectivas que tienen muchos animales.
Todos aceptamos esas cualidades implícitas en multitud de especies, sobre todo en las más cercanas evolutivamente a nosotros.
Pero las olvidamos cuando nos arrogamos el poder de esclavizarlos, mutilarlos, golpearlos, aislarlos en jaulas de por vida o usarlos como objeto de experimentación.
Nuestra sociedad mecanicista y tecnificada, cada vez más apartada de una relación de respeto y convivencia armónica con la naturaleza, está generando auténticos sociópatas que asumen como válida la esclavitud de otras especies para, al final, consentir la de sus semejantes.

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