sábado, enero 06, 2007

EL DIA DE REYES


No hace muchos años, el día siguiente a la Noche de Reyes, las calles se llenaban con multitud de niños, y no tan niños.
A primera hora de la mañana salían de sus casas solos o en compañia de sus padres e iban corriendo a jugar con los juguetes que los supuestos reyes les habían traído durante la noche.
Aparecían las flamantes y relucientes bicicletas, los coches de carreras teledirigidos y los pequeños camiones de bomberos con sus ruidosas sirenas (las pilas solían durar poco para satisfacción de nuestros sufridos oídos) y multitud de balones que había que ir sorteando mientras andabas para no tropezar y caer.
Se podían ver varias muñecas que andaban con paso indeciso y vacilante, algún carrito de niño a pequeña escala con su coqueto muñequito totalmente vestido y arropado en su interior e, incluso, una pequeña cocina en miniatura con sus fogones, cacerolas, platos y sartenes.
La novedad de los regalos y sobre todo el poco tiempo que tenían (al día siguiente volverían a las clases) hacía que su nerviosismo y ansiedad por disfrutarlos se palpase en el ambiente.
Los padres orgullosos miraban como sus hijos enseñaban los regalos a los amigos.
Algunos incluso intercambiaban los juguetes entre ellos.
Hoy, ya casi media mañana de un día festivo y soleado, mientras daba un paseo por las calles, me encontré con un par de personas que, como yo, iban con su perro.
Intenté encontrar alguna familia con niños paseando, pero no vi ninguna.
Ningún niño jugando por las aceras ni en el jardín cercano a mi casa con sus nuevos juguetes.
Solo dos jóvenes en una esquina estaban quietos mirando una pequeña consola, mientras uno de ellos apretaba con rápida obsesión los botones.
Un ruido repetitivo y machacón salía del aparatito. De vez en cuando los jóvenes ponían cara de satisfacción tras lograr un aparente triunfo contra la máquina.
Me pregunté si actualmente los niños no reciben regalos el día de Reyes.
Supongo que se siguen regalando juguetes pues los supermercados están llenos de ellos los días previos a la Navidad y en pocos días desaparecen de las estanterías con increíble rapidez.
Puede ser que este día los padres y sus niños madruguen menos que hace años. Quizás es que ya no hay tantos niños.
También es posible que reciban los regalos por Navidad para que así puedan jugar más tiempo con los juguetes.
Podemos achacarlo al efecto del cambio climático e incluso al nefasto influjo de la actual política global (el tiempo y, sobre todo, los políticos andan algo desquiciados últimamente).
No se. Igual es la suma de todas las anteriores causas, y alguna más que no se me ocurre en estos momentos, pero la realidad es que el día de Reyes ya no es lo que era.
Durante el paseo no pude resistir la tentación y me compré un comedido "Roscón de Reyes" que pienso degustar delante de una buena taza de chocolate caliente.
Todo sea por mantener vivas las buenas tradiciones. Y algunas curvas.

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