lunes, enero 08, 2007

UNA CUESTION DE LEALTADES Y MERCEDES

Les voy a contar una vieja historia.
Ha llovido mucho desde entonces y el agua ha borrado mucha sangre inocente de las gastadas piedras de las antiguas sendas y caminos.
Pero parece que fue ayer cuando ocurrieron estos hechos que ahora paso a relatar.

"Los reyes y los príncipes viven é regnan por la justicia, en la cual son tenudos de mantener é gobernar los sus pueblos, é la deben cumplir é guardar"

Frase que se atribuye al rey de Castilla y León, Pedro I “el Justiciero”, también llamado “el Cruel”, durante la inauguración de las Cortes en Valladolid el año de 1351.
Nacido en 1334, hijo legítimo del rey Alfonso XI y de Doña María de Portugal, al que sucedió en el trono en el año de 1350 a la muerte de este último, por peste, en el sitio de Gibraltar.
Alfonso XI se enamoró de Leonor Núñez de Guzmán a la edad de 18 años y tuvo con ella diez hijos naturales.
Entre estos, estaba Enrique de Trastámara, futuro rey de Castilla y León, nacido en 1333, que fue adoptado por Rodrigo Álvarez de las Asturias, señor de Noreña y de quien heredó el condado de Trastámara (de ahí su nombre).
No fue fácil la convivencia de Pedro I con sus hermanastros, ni con los nobles e infantes castellanos o aragoneses. Ni siquiera con su propia madre.
Durante todo su reinado mantuvo múltiples luchas para conservar, con mano firme, el poder heredado.
Su casamiento, por razón de estado, cuando ya era amante de Maria de Padilla, con Doña Blanca de Borbón, y el rápido abandono de esta a la que encerró de por vida, con el consiguiente enfado del rey de Francia y del Papa Inocencio VI, generó el estallido de nuevas hostilidades.
El legítimo afán por conservar el poder regio, su avaricia, la desmedida dependencia del sexo con múltiples amantes ocasionales, su carácter exaltado y vengativo, generaron durante todo su reinado un cúmulo de asesinatos, venganzas y odios, cuyo final fue su propia muerte, a manos de su hermanastro Enrique.
Fue la primera "guerra civil española", una guerra entre hermanos, dentro de una lucha más amplia y continental, que recibió el nombre de “Guerra de los Cien Años”.
En 1367, el rey Pedro derrota a Enrique en la batalla de Nájera y le obliga a huir hasta Francia donde reorganiza sus ejércitos.
Con la ayuda de los nobles sublevados de numerosas ciudades castellanas y de los franceses al mando de Bertrand Du Guesclin vuelve a Castilla y logra vencer a las tropas de Pedro I cerca del castillo de Montiel donde, al final, el rey se refugia.


Sitiada la fortaleza por su hermano, Pedro I intenta fugarse del castillo mediante un pacto secreto con Bertrand Du Guesclin.
El francés engaña al rey y, en vez de sacarlo a campo abierto, le conduce hasta una tienda donde se encuentra su hermanastro Enrique. Estos se enzarzan en lucha y Pedro logra derribar a Enrique.
Se disponía a matarlo cuando Bertrand sujeta al rey por los pies y logra hacerlo caer.
Enrique aprovecha la ocasión y mata a su hermano con varias puñaladas.
Ante la muda acusación de traición en los ojos de Pedro, Bertrand dice la famosa frase:

“Yo ni quito ni pongo rey, solo ayudo a mi señor”

Muerto Pedro, Enrique le corta la cabeza y cuelga su cadáver en las almenas del castillo.
Los seguidores del rey muerto se rinden ante la evidencia.


Para acallar las voces de los nobles que no estaban de acuerdo con que Enrique subiese al trono de Castilla, en pago a su nueva lealtad y silencio, fueron convencidos con gran cantidad de favores y privilegios.
De esta forma, fue proclamado, como nuevo rey de Castilla y León, D. Enrique II de Trastámara, también llamado “el Fraticida” o “el de las Mercedes”.
Y es que la Historia está llena de gobernantes que medran gracias a crímenes inconfesables, ocultos pactos espurios, falsas promesas, cobardías, deslealtades y traiciones.
A mayor honra y gloria del dinero y el poder.
Nada nuevo bajo el sol.

7 comentarios:

Mugalari dijo...

¿No decían que hay que conocer la historia para no repetir viejos errores? Pero me parece que definitivamente aquí nadie termina de aprender...

mrci dijo...

¡Anda! Pero si yo estaba hablando de una historia pasada y casi olvidada en el tiempo...
Cualquier parecido con la actual realidad tiene que ser, obligatoriamente, pura coincidencia.
¿No? :(
Sir Winston Churchill dijo que "los pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla".
Por desgracia, tampoco parece que la conozcan quienes nos gobiernan.
Saludos norteños :)

Unknown dijo...

habrá que aprender de la iglesia?? siempre estuvieron en medio de todas estas trifulcas... cuando no fueron protagonistas de ellas....

mrci dijo...

Mira por donde la Iglesia, en todo momento, tiene presente las enseñanzas de la Historia.
Sobre todo de SU historia.
Rara vez comete los mismos grandes errores.
En cambio, con los pequeños (los de andar por casa) repite constantemente y siempre suele tropezar con las mismas piedras.
Supongo que será porque a sus dirigentes lo primero que les enseñan es a mantenerse siempre alerta respecto a la Gran Historia y se olvidan de recordar y estar atentos a las pequeñas historias.
Se de algunos que deberían aprender de la experiencia de la Iglesia, tomar nota y sacar las oportunas consecuencias.
De una vez por todas.
Pero mucho me temo que el afán por lograr el poder o conservarlo, siempre acaba ofuscando y confundiendo las preclaras mentes de nuestros dirigentes.
Y eso de que la Iglesia siempre está en medio de todas las trifulcas... es lógico, sigue formando parte del Poder, y lo ejerce.
¡Vaya!. Ya he caido en vuestra trampa...
Me había prometido no hablar de política.
Saludos norteños :)

Unknown dijo...

nada nada.... hablemos de sexo por ejem... jejeje

mrci dijo...

No tengo claro si no sería aún más peligroso :)
Saludos norteños :)

Unknown dijo...

peligroso no lo se.... pero más divertido puede que sí... según como se mire.... aquí uno es que tiende a lo morboso...ejem... qué le amos a hacer...