Paseaba un ateo relajadamente por un hermoso bosque admirando el maravilloso “accidente” de lo que algunos llaman “creación”, cuando de repente escuchó el ruido de fuertes pisadas a su espalda.
Con cierto temor miró hacia atrás y notó que un enorme oso le seguía los pasos. Aceleró la marcha intentando alejarse del animal, pero fue en vano.
El oso con mirada fiera cada vez estaba más cerca y sus intenciones no parecían nada amistosas.
-¡Oh, Dios mío, ayúdame!
En ese preciso instante, el Tiempo se detuvo. La zarpa amenazante del oso, el agua del rio, el vuelo de los pájaros, el ruido del viento. Todo el bosque quedó sumergido en el más absoluto silencio. Todo quedó paralizado.
De repente las nubes se abrieron y un rayo de luz atravesó el cielo iluminando al hombre y al oso mientras se oía una profunda voz que decía:
-Tú negaste mi existencia durante muchos años, te atreviste a enseñar a otros que yo no existía y redujiste la "creación" a un mero “accidente cósmico”.
El ateo miró directamente a la Luz y dijo:
-Sería hipócrita por mi parte que, de pronto, me pases a tratar como un verdadero creyente.
-Mas... Tal vez... ¿Puedes volver al oso creyente?.
Antes de cerrarse las nubes y desaparecer la luz, la voz dijo:
-Muy bien, haré que se cumpla tu voluntad.
En eso momento el rio volvió a serpentear entre las rocas, los pajaros volvieron a revolotear alrededor de los arbustos y se escucharon de nuevo todos los ruidos del bosque.
El oso recogió sus patas y puso sus zarpas en posición orante. Hizo una leve pausa, bajo la cabeza y dijo:
Con cierto temor miró hacia atrás y notó que un enorme oso le seguía los pasos. Aceleró la marcha intentando alejarse del animal, pero fue en vano.
El oso con mirada fiera cada vez estaba más cerca y sus intenciones no parecían nada amistosas.
El hombre echó a correr, pero el animal fue mucho más veloz y pronto le dio alcance. El pobre tipo cayó al suelo y rápidamente fue inmovilizado por el oso con su fuerte zarpa izquierda mientras levantaba amenazante la derecha con la clara intención de acabar la faena.
En ese momento el ateo lleno de terror exclamó:
En ese momento el ateo lleno de terror exclamó:
-¡Oh, Dios mío, ayúdame!
De repente las nubes se abrieron y un rayo de luz atravesó el cielo iluminando al hombre y al oso mientras se oía una profunda voz que decía:
-Tú negaste mi existencia durante muchos años, te atreviste a enseñar a otros que yo no existía y redujiste la "creación" a un mero “accidente cósmico”.
-¿Esperas que ahora te ayude a librarte de esta muerte segura?.
-¿Puedo pensar que tengas fe en mí?.
-Sería hipócrita por mi parte que, de pronto, me pases a tratar como un verdadero creyente.
-Mas... Tal vez... ¿Puedes volver al oso creyente?.
-Muy bien, haré que se cumpla tu voluntad.
En eso momento el rio volvió a serpentear entre las rocas, los pajaros volvieron a revolotear alrededor de los arbustos y se escucharon de nuevo todos los ruidos del bosque.
El oso recogió sus patas y puso sus zarpas en posición orante. Hizo una leve pausa, bajo la cabeza y dijo:
-Señor, bendice este alimento que ahora voy a comer. Amén.
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