Una mota de polvo.
Oculta en la oscura esquina del bolsillo de mi chaqueta de lana.
Muy pequeña, casi diminuta. Cercana a otras muchas, semejantes, empáticas.
La extraigo con dificultad y logro colocarla sobre la punta del dedo índice de mi mano. Al trasluz puedo verla algodonosa, blanquecina.
Fijo mi vista en ella. Fuerzo el enfoque. Noto un ligero mareo pasajero.
Tengo la sensación de penetrar en el interior de la pequeña bolita. Siento como crece, como aumenta de tamaño. Cambia la luz y sube el brillo con multitud de explosiones luminosas. Lo que en un principio parecían minúsculos hilos de algodón, al expandirse, se transforman en enormes bandas multidimensionales con infinidad de cuerpos globulares, densos y brillantes.
Un sinfín de objetos de diferentes tamaños y colores. Unos gigantescos, otros más pequeños. Oscuros o luminosos. Fríos o candentes.
Millones de masas flotando en una negrura infinita, moviéndose en veloces remolinos. Agrupados en hermosos racimos refulgentes. Pasan veloces, se acercan y crecen para luego disminuir rápidamente de tamaño al alejarse. Imágenes inéditas y extrañas. Algunas parecen conocidas, incluso habituales.
A lo lejos, una masa vaporosa, elíptica, diáfana y fulgente. Semejante a otras muchas, pero distinta. Infinidad de cuerpos llameantes agrupados en torbellinos de espirales.
En uno de sus brazos un pequeño punto luminoso. Se hace más intenso, más grande.
La extraigo con dificultad y logro colocarla sobre la punta del dedo índice de mi mano. Al trasluz puedo verla algodonosa, blanquecina.
Fijo mi vista en ella. Fuerzo el enfoque. Noto un ligero mareo pasajero.
Tengo la sensación de penetrar en el interior de la pequeña bolita. Siento como crece, como aumenta de tamaño. Cambia la luz y sube el brillo con multitud de explosiones luminosas. Lo que en un principio parecían minúsculos hilos de algodón, al expandirse, se transforman en enormes bandas multidimensionales con infinidad de cuerpos globulares, densos y brillantes.
Un sinfín de objetos de diferentes tamaños y colores. Unos gigantescos, otros más pequeños. Oscuros o luminosos. Fríos o candentes.
Millones de masas flotando en una negrura infinita, moviéndose en veloces remolinos. Agrupados en hermosos racimos refulgentes. Pasan veloces, se acercan y crecen para luego disminuir rápidamente de tamaño al alejarse. Imágenes inéditas y extrañas. Algunas parecen conocidas, incluso habituales.
A lo lejos, una masa vaporosa, elíptica, diáfana y fulgente. Semejante a otras muchas, pero distinta. Infinidad de cuerpos llameantes agrupados en torbellinos de espirales.
En uno de sus brazos un pequeño punto luminoso. Se hace más intenso, más grande.
Pasan cercanos hermosos cuerpos esféricos de distintos tamaños. Unos pocos rodeados de múltiples anillos de roca, hielo y polvo. Algunos azulados, otros rojizos; con multitud de bandas gaseosas, de atmósferas convulsas.
De repente, una hermosa esfera azul resalta en la inmensidad de la negrura. Atrás queda el cercano satélite perlado por cráteres de impacto.
Nubes grises ocultan la verde superficie. Velocidad de vértigo en la caída, el suelo se acerca resuelto e impetuoso. Edificios, calles, coches, gente caminando.
Me veo mirando mi mano que parece señalar al cielo. Mis ojos escrutan una pequeña mota de polvo en la punta de mi dedo.
2 comentarios:
Es la primera vez y de casualidad que entro en este sitio Web. Me ha encantado este texto, me ha llegado y me ha llenado.
Gracias, es un pequeño relato donde juego con una posibilidad, entre muchas de las posibles, que puede llegar a ser tan absurda como real.
Saludos norteños. :)
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