miércoles, octubre 24, 2007

RACISMO Y XENOFOBIA

El Racismo es la doctrina que defiende y exalta la diferencia racial y la supremacía de unos pueblos sobre otros, basándose en determinados caracteres biológicos.
Esta opinión genera un sentimiento de rechazo hacia las “razas” distintas a la propia.
Sin embargo, en contra de esta convicción, la biología genética y molecular pone de manifiesto que no existen diferencias genéticas excluyentes entre los distintos grupos o variantes que forman la Especie Humana. (Mal que le pese a algún que otro devaluado personaje premiado en 1962 con un "Nobel" en Medicina y Fisiología).
Podemos decir que en nuestra especie no existen los colectivos puros, pues todos son mestizos, con la posibilidad añadida de poder aumentar ese mestizaje con nuevos cruces entre los distintos individuos.
Las diferencias existentes entre los grupos humanos son producto de la historia cultural de cada uno de ellos y no de factores biológicos.
Estas diferencias no justifican, en ningún caso, la idea de superioridad o inferioridad de unos con respecto a otros.
Por otro lado, la Xenofobia es una ideología de rechazo y exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia. Se diferencia del racismo por proclamar la segregación cultural y acepta a los extranjeros e inmigrantes solo mediante su asimilación sociocultural.
Manifiesta odio y rechazo contra los grupos étnicos diferentes, a pesar de desconocer el aspecto social y cultural de estos.
Se basa en prejuicios históricos, lingüísticos, religiosos, culturales, e incluso nacionales, para justificar la separación total y obligatoria entre diferentes grupos étnicos, con el fin de no perder la identidad propia.
Surge ante un sentimiento profundo, real o imaginario, de agresión, generada por los extranjeros o inmigrantes a quienes se les ve como competidores en el uso y disfrute de los recursos existentes.
Cuando los problemas socioeconómicos hacen mella en el grupo mayoritario, este sentimiento de rechazo aumenta en la misma proporción que lo hace la crisis económica.
Las estrategias para intentar evitar o disminuir el racismo y la xenofobia precisan de políticas destinadas a la integración de las minorías dentro de una sociedad plural.
Se precisa aprender a convivir con la diferencia y de evitar la exclusión producida por la propia incomunicación excluyente y el desprecio a lo propio asumido como inferior por marginal o minoritario.
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Desde hace un tiempo tengo que hacer un arreglo en casa y mis posibilidades de aficionado al bricolaje no dan para tanto.
Hoy, por la mañana, mientras paseaba por la calle, vi y tomé nota de un pequeño anuncio pegado en la pared. Era un número de teléfono móvil seguido de la frase: “Se hacen arreglos de albañilería”.
En cuanto llegue a casa llamé a dicho teléfono. Me contestó una voz grave en un castellano dificultoso con la entonación y acento típico de una persona cuyo idioma nativo era el árabe u otro de tono y cadencia similar.
Tras un imperceptible desconcierto por mi parte, me dispuse a explicar cuál era mi problema y preguntar al que estaba al otro lado del teléfono si podría solucionarlo.
Me contestó que primero quería ver como era la avería para saber el tiempo que llevaría solucionarla y poder hacer un presupuesto aquilatado.
Quedamos a una hora determinada.
Llegó puntual y tras el saludo de rigor, después de unos minutos de conversación, dejó caer, como quien no quiere la cosa, que era armenio.
Poco después, mientras yo seguía explicando lo que necesitaba reparar, en su contestación y como "cuña" me comentó que no era musulmán y al igual que la mayoría de los armenios su religión era el cristianismo.
Pasados unos minutos, y roto el "hielo" del primer momento, estuvimos cierto tiempo hablando de varias cuestiones. Me contó parte de su vida e incluso salió el tema del genocidio armenio durante la Primera Guerra Mundial a manos de los “Jóvenes Turcos”.
Al final, nos pusimos de acuerdo en el día y la hora para empezar el arreglo.
Durante toda la conversación que mantuve con él, no hice ningún signo discriminatorio u hostil hacia esta persona.
El leve titubeo que tuve la primera vez que oí su voz por teléfono no se puede considerar, ni por asomo, como de carácter racista o xenófobo, más bien como de indecisión o vacilación.
No puedo asegurar si en algún momento de la conversación mantenida, algún gesto inconsciente por mi parte pudo desencadenar los “mecanismos defensivos” que aprecié en la persona que tenía enfrente.
Hay una vieja locución latina que dice: "Excusatio non petita, accusatio manifesta" (vamos, algo así como que la disculpa no pedida es una autoimplicación).
Aunque en este caso pienso sinceramente que no tiene validez. No me veo con fuerza moral suficiente como para ser quien tire la primera piedra.
Posiblemente su forma de reaccionar no era consecuencia de algo que yo había hecho o dicho, sino quizás era una respuesta mecánica a alguna experiencia previa negativa.
Pero me dí cuenta que en todo momento era muy importante para él dejar patente sus orígenes y circunstancias, delimitando claramente lo que era y, sobre todo, lo que no era.
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Después de repasar lo anterior, tras hacer examen del comportamiento propio y atreverme con el ajeno, tengo la desagradable sensación que, al menos en algún grado, todos somos racistas o, al menos, xenófobos en cuanto las circunstancias son propicias para ello.

4 comentarios:

RISITOS dijo...

Es cierto, todos tenemos ese "impulso" en mayor o menor grado y creo que eso proviene como bien mencionas al inicio[...] producto de la historia cultural[...]

...costumbres culturales que nos acechan constantemente..como Nietzche decia: El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu si lo intentas, a menudo estarás solo y a veces asustado, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo...

Abrazos

Unknown dijo...

yo creo que a todo el mundo le pasa... aunque no te lo plantees en ningún momento... pero nunca sabes como vas a reaccionar ante algo que te pilla de sorpresa, desconoces por alguna razón, etc.. al final la experiencia de la convivencia te va dando pautas sobre como reaccionar ante la gente de diferentes orígenes o costumbres...
besos

mrci dijo...

Por cierto, por si alguien lo dudaba, el arreglo fue satisfactorio.
Y teniendo en cuenta el desmadre de inflación que nos amenaza, el precio estuvo muy, pero que muy aquilatado.
Guardé su número de teléfono en el apartado de "recomendados" de mi movil.
Saludos norteños :)

Kalidur dijo...

Si bien es cierto que todos tenemos cierto impulso a sorprendernos por aquello que consideramos inusual, este impulso no es ni racista ni xenofobo. En cambio cuando este impulso crece y se convierte en una manifestación, se convierte en xenofobia o racismo (hay que tener presente que en la vida real estas dos actitudes no van separadas sino juntas). La verdadera diferencia es, pues, de grado: pasando determinada linea el impulso natural se torna en dichas actitudes.

Por otro lado la xenofobia y el racismo se pueden facilmente combatir con la educación(individual no grupal) y la valoracion de lo diferente como exotico e interesante, con la destrucción de los nacionalismos.

Conclusión: Pienso que tu mismo admites implicitamente en tu comentario que si tienes algo de xenofobia leve, pero sin embargo xenofobia. Por admitirlo te considero un valiente, pero si deseas responsabilizarte sólo tu puedes cambiar tal actitud.