sábado, mayo 05, 2007

COMIENDO MADERA

Reciben el nombre de termitas.
Son pequeñas, de color blanquecino y semejantes a las típicas y conocidas hormigas (Orden Himenóptera) aunque las primeras pertenecen al Orden Isóptera.
Son abundantes en las zonas tropicales o subtropicales y determinadas especies son autóctonas de nuestras latitudes.
Se alimentan de madera gracias a determinados protozoos que viven en simbiosis en su intestino y que son capaces de romper la molécula de la celulosa en otros compuestos digeribles para estos pequeños artrópodos.
Viven en colonias que pueden sobrepasar los dos millones de individuos. En estas colonias la llamada “reina” es la única que pone huevos, aunque hay siempre “reinas de reserva” que sustituyen a la principal en el caso que esta desaparezca o disminuya su capacidad reproductora. La mayoría carece de alas salvo en la época reproductora en que algunos individuos desarrollan estos órganos (dos pares de igual tamaño) con los que abandonan el nido para formar nuevas colonias.
En la península ibérica hay dos especies no subterráneas que se alimentan de madera seca, se trata de las especies denominadas Kalotermes flavicollis y Cryptotermes brevis.

No hay que confundir este grupo de insectos con “la carcoma”, nombre genérico que se da a otro grupo de insectos xilófagos pertenecientes al Orden Coleóptera dentro del mismo hay tres familias que viven en nuestras latitudes y cuyas larvas atacan a la madera:

Anabidae con dos especies: la Anobium punctatum (la llamada carcoma pequeña ) y la denominada Xestobium rufovillosum (llamado escarabajo del reloj de la muerte por el ruido que hace semejante al tic-tac de un reloj como llamada de apareamiento).

Lictidae con la especie Lyctus brunneus (también llamado carcoma del parqué).

Cerambicidae con la especie Hylotrupes bajalus (llamado capricornio doméstico por sus largas antenas).

Los animales pertenecientes a estos distintos Órdenes no solo se diferencian, entre otras cosas, por su aspecto físico, sino también por los distintos nichos ecológicos que ocupan y por sus diferentes comportamientos.
Una de las diferencias, ante la ausencia visual de los individuos, se refiere a los diferentes tipos de excrementos que producen. La carcoma suele producir un serrín en forma de polvo fino, en cambio las termitas dejan unas minúsculas bolitas fecales con aspecto similar a diminutos granos de café.
Es claro el efecto destructor de estos animales en nuestros intereses económicos y culturales.
Afectan a nuestro rico patrimonio histórico, tan abundante en elementos cuyo componente principal es la madera o derivados celulósicos, no solo a nivel estructural sino también funcional. Pero su existencia en la naturaleza es importante como organismos degradantes de la madera muerta, colaborando en la regeneración de los ecosistemas boscosos.
Estos insectos deben ser controlados cuando su número supera el nivel de tolerancia, en el caso de plagas.
La nefasta actuación humana en los distintos factores que originan estos desequilibrios en sus poblaciones es mucho más importante de lo que queremos reconocer.
La noticia de un aumento desmesurado de estos animales en el sur de la península ibérica puede estar relacionada con esta negativa influencia.
Aunque el evidente cambio climático no sea el tema de esta entrada.

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