Siempre que despierto por la mañana lo primero que hago es mirar hacia la ventana para saber el tiempo que hace.
De este conocimiento dependen muchos de los condicionantes que se van a dar durante el nuevo día.
Estos engloban desde la forma en que voy a ir vestido hasta el humor que voy a tener y que van a gozar todos aquellos que van a estar cerca de mi.
Pienso que esto les tiene que ocurrir a todos los humanos, sin importar donde vivan ni el sitio donde hayan nacido.
Hoy, al levantarme, vi que hacía un día espléndido.
Soleado, aunque con alguna pequeña nube sin importancia, ligeramente fresco y algo de brisa. Un tiempo acorde con las fechas en las que nos movemos por estas latitudes.
Pues eso, que ya estamos en plena primavera. Una estación que siempre pasa pronto.
En cuanto nos despistemos, llegará el verano.
Ganas tengo de poder ir a la playa, tumbarme bajo la protección de una sombrilla mientras me relajo leyendo alguno de los muchos libros que tengo esperando en el montón de los “no leídos, pero que pienso leer”.
La sensación de sentir la brisa del mar sobre la piel es una de las percepciones más placenteras y que más relajan después de una tensa mañana.
Notar como el agua del mar se desliza, rodea y abraza tu cuerpo desnudo puede llegar a ser auténticamente voluptuoso.
Solo de pensar en todo lo anterior, noto como aumentan las endorfinas en mi adormecido cerebro.
Supongo que es culpa de la primavera.
De este conocimiento dependen muchos de los condicionantes que se van a dar durante el nuevo día.
Estos engloban desde la forma en que voy a ir vestido hasta el humor que voy a tener y que van a gozar todos aquellos que van a estar cerca de mi.
Pienso que esto les tiene que ocurrir a todos los humanos, sin importar donde vivan ni el sitio donde hayan nacido.
Hoy, al levantarme, vi que hacía un día espléndido.
Soleado, aunque con alguna pequeña nube sin importancia, ligeramente fresco y algo de brisa. Un tiempo acorde con las fechas en las que nos movemos por estas latitudes.
Pues eso, que ya estamos en plena primavera. Una estación que siempre pasa pronto.
En cuanto nos despistemos, llegará el verano.
Ganas tengo de poder ir a la playa, tumbarme bajo la protección de una sombrilla mientras me relajo leyendo alguno de los muchos libros que tengo esperando en el montón de los “no leídos, pero que pienso leer”.
La sensación de sentir la brisa del mar sobre la piel es una de las percepciones más placenteras y que más relajan después de una tensa mañana.
Notar como el agua del mar se desliza, rodea y abraza tu cuerpo desnudo puede llegar a ser auténticamente voluptuoso.
Solo de pensar en todo lo anterior, noto como aumentan las endorfinas en mi adormecido cerebro.
Supongo que es culpa de la primavera.
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