DE CAMPAÑA ELECTORAL

Ya lo hicieron. Una vez más.

Ayer dieron el pistoletazo de salida.
Bueno, mejor digamos que ayer comenzó la campaña electoral.

No tentemos al diablo hablando de pistolas que uno es ligeramente supersticioso y todos sabemos que las carga el susodicho.
Todos, pero es que todos, intentarán convencernos de lo bien que harán las cosas y lo mal que las harán el resto de los contrincantes.
Se hablará de paz y de guerras, de verdades y mentiras, de tolerancia y libertades, de especulación, de justicia social, de moderación y de demagogia.

Demasiada demagogia.
Pegaran carteles con las caras más conocidas y mejor retocadas. Llenarán las calles y las plazas de ciudades y pueblos con montones y montones de papeles anunciando lo mucho que trabajan para el pueblo y por el pueblo.

Incluso sin el pueblo. Aunque esto último no lo dirán.
Darán mítines por todas las ciudades con la lengua fuera, a trote borriquero (si hoy es miércoles, esto es Huesca), contando en todos los sitios las mismas promesas y dando los mismos discursos, pero casi siempre, teniendo mucho cuidado en poner el nombre de la ciudad donde en ese momento se encuentran.
Otra cosa es cuanto cumplirán de todo lo prometido, si por efecto de la diosa Suerte ganasen las elecciones. Eso es harina de otro costal.

De lo que cobran algunos por tanto desvelo derrochado en favor de los ciudadanos, tampoco suelen acordarse.
Y es que está en juego quien gobernará 13 comunidades autónomas con sus correspondientes ayuntamientos. Que son muchos.
¡Tela marinera!. Hay que ver el dinero que mueve la política.
Por algo muchos no quieren levantarse, dejar paso a nuevas y renovadas caras, e irse a su casa a descansar de tanto esfuerzo. Parece que estuviesen pegados de por vida a “sus” sillones.
Mientras tanto, el resto de los mortales...

Los que deben soportar esta nueva representación, tan bien organizada y manipulada, desde la distancia que da el tener ciertos años y el haber visto varias campañas parecidas...

Pues eso, mucha gente de a pie, comienza a sentir cierto aburrimiento al ver, una vez más, que les vuelven a contar algo conocido, viejo y muy oido.

Por esto y por otras cosas, antes de que empiece, ya tienen ganas de que acabe la campaña para volver de nuevo a su vida cotidiana.